Cuidado con lo oculto: El disfraz seductor del engaño espiritual

Cómo el disfraz de luz puede ocultar la oscuridad: una guía cristiana para reconocer y rechazar las prácticas espirituales engañosas

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5/12/20254 min leer

Vivimos tiempos donde la espiritualidad se ha vuelto una moda. En redes sociales abundan los “gurús de energía”, los “lectores de cartas” y los “sanadores cuánticos”. Algunos lo hacen desde el misticismo, otros con apariencia científica, pero todos prometen lo mismo: respuestas rápidas a nuestras angustias, soluciones mágicas a nuestros problemas, y una conexión “superior” con lo divino. ¿Pero qué tan inocente es todo esto? ¿Qué dice la fe cristiana y católica al respecto?

El problema no es buscar ayuda… sino dónde la buscas

Todos, en algún momento, nos sentimos perdidos. Queremos saber si vamos a encontrar el amor, si ese trabajo es para nosotros, si nuestra salud mejorará. Y en esos momentos vulnerables, es fácil caer en la tentación de acudir al tarot, a la lectura del tabaco, a un curandero o a ese “brujo recomendado” que promete abrirte los caminos.

Pero aquí está la trampa: lo que parece luz… puede ser oscuridad disfrazada.

¿Por qué la Iglesia se opone a estas prácticas?

La Iglesia Católica no es anticuada ni desconectada del sufrimiento humano. Muy por el contrario. Pero sí es clara y firme cuando se trata de proteger al alma de peligros espirituales reales. En el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 2116-2117) se condenan explícitamente la adivinación, la magia y las prácticas ocultas. Y no es por capricho: es por amor y verdad.

Estas prácticas:

  • Desvían nuestra confianza de Dios hacia fuerzas desconocidas.

  • Nos exponen a influencias espirituales oscuras, aunque parezcan “inofensivas”.

  • Rompen el primer mandamiento: "No tendrás otros dioses fuera de mí" (Éxodo 20,3).

Puede que alguien diga: “Pero a mí me funcionó, me dijeron cosas que nadie sabía”. Claro, y también hay venenos que saben dulce. Que algo “funcione” no significa que sea bueno o seguro.

La estrategia del enemigo: mezclar verdad con mentira

Uno de los trucos más viejos del diablo es el sincretismo: mezclar cosas buenas con malas para confundir. Por eso vemos brujos que usan imágenes de santos, curanderos que rezan mientras invocan energías, y tarotistas que citan la Biblia. Todo para dar una apariencia de bondad a algo que en el fondo te aparta de Dios.

Jesús lo dijo claro: “Nadie puede servir a dos señores” (Mateo 6,24). No puedes confiar en Dios y al mismo tiempo buscar respuestas en cartas, péndulos o tabaco. Es una contradicción espiritual. Y más que eso: es una grieta que abre la puerta a cosas que no entendemos… y que no vienen de Dios.

No todo lo espiritual es bueno

Hoy todo lo que lleva la etiqueta “espiritual” parece aceptable. Pero no todo lo espiritual es santo. San Pablo advierte: “Satanás se disfraza de ángel de luz” (2 Corintios 11,14). Es decir, lo que parece bello, profundo y revelador puede ser, en realidad, una trampa mortal para tu alma.

El tarot, los horóscopos, los rituales con velas de colores, los “baños energéticos”, la lectura de la mano, la canalización de espíritus, la consulta con brujos o médiums… todo eso tiene algo en común: te prometen acceso a un poder que no viene de Dios. Y si no viene de Dios, ya sabes de dónde puede venir.

Testimonio: “Solo era curiosidad…”

Marta, 29 años, contó lo siguiente:

“Todo empezó como una broma. Fui a una feria esotérica con unas amigas y me leyeron las cartas. Me dijeron cosas que me impactaron. Empecé a obsesionarme. Iba cada mes. Después me recomendaron limpiezas, baños, piedras, velas. Mi paz interior se fue. Tenía pesadillas, ataques de ansiedad. Hasta que fui a confesarme. El sacerdote oró por mí. Lloré como nunca. Sentí que volvía a casa. Rompí con todo eso. Hoy rezo el Rosario y duermo en paz.”

¿Y qué hay con la “nueva era”?

Mucho de lo que se presenta como “desarrollo personal” en realidad está cargado de espiritualidad de la Nueva Era (New Age). Hablan de “energías”, “chakras”, “universo”, “alineaciones cósmicas” y mezclan un poco de budismo, hinduismo y autoayuda. Pero esta mezcla diluye la verdad del Evangelio.

La Nueva Era sugiere que tú eres tu propio dios, que todo está dentro de ti, y que no necesitas de un Salvador… justo lo contrario de lo que enseñó Cristo. Parece inofensivo, pero poco a poco se instala una mentalidad sin cruz, sin arrepentimiento, sin conversión. Es un Evangelio diluido, cómodo, sin poder real para sanar el alma.

La verdadera sanación sí existe… y viene de Cristo

¿Sientes angustia? ¿Tienes problemas emocionales, físicos o espirituales? No necesitas recurrir a lo oculto. Jesús no vino para darte predicciones… vino a darte vida en abundancia (Juan 10,10). En la oración, los sacramentos, la Palabra de Dios, la Eucaristía, hay poder real, sanador y liberador. Solo necesitas abrir el corazón.

Dios no te habla a través de cartas ni tabaco. Te habla en el silencio, en la paz, en la conciencia, en el Evangelio. Su voz no causa confusión ni dependencia, sino libertad y verdad.

¿Y si ya participé en esas cosas?

No te condenes. Muchos, por ignorancia o desesperación, cayeron en estas prácticas. La buena noticia es que Dios siempre ofrece perdón y liberación. Te recomiendo:

  1. Confesión sincera: Renuncia a todo lo que no vino de Dios.

  2. Oración constante: Especialmente con el Rosario.

  3. Bendice tu casa: Pide a un sacerdote que la bendiga si usaste objetos o hiciste rituales ahí.

  4. Elimina todo vínculo: Quema o desecha libros, cartas, amuletos, piedras, velas, etc.

  5. Rodéate de comunidad: La fe no se vive solo. Busca apoyo espiritual.

Conclusión: Lo oscuro nunca será luz, aunque brille

Dios no necesita atajos ni trucos. Su amor es directo, claro y lleno de verdad. Si algo te ofrece poder, conocimiento oculto o control sobre tu futuro… aléjate. Puede parecer interesante, pero es una trampa.

La fe no es magia. Es relación. Es confianza. Es abandono.

Y como dijo el Papa Francisco:

“No hay que dialogar con el diablo. El demonio es astuto, nos engaña diciéndonos que somos espirituales. Pero lo que hace es separarnos de Dios.”

Tu alma vale demasiado como para jugar con lo oculto. Escoge la luz. Escoge a Cristo. Él no te revela el futuro… pero camina contigo en cada paso. Y eso basta.