Evangelio Jueves 29 de Mayo de 2025

Jesús relata la parábola del fariseo orgulloso y el publicano humilde, mostrando que la humildad atrae la justificación divina, mientras el orgullo lleva a la humillación.

EVANGELIO DEL DÍA

5/29/20253 min leer

Evangelio del día – Jueves 29 de mayo de 2025
Lucas Capítulo 18, Versículos 9 al 14

«Jesús dijo también esta parábola a algunos que confiaban en su propia justicia y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba para sí mismo de esta manera: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy diezmos de todo lo que gano.’ Pero el publicano, que estaba a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: ‘Oh Dios, ten piedad de mí, que soy pecador.’ Os digo que este último bajó a su casa justificado, y no el otro; porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.”»

Reflexión profunda

La oración del corazón humilde
Jesús, a través de esta parábola, nos confronta con dos formas de presentarnos ante Dios: el fariseo, lleno de orgullo, y el publicano, consciente de su fragilidad. La oración del fariseo no es un diálogo con Dios, sino un monólogo de autocomplacencia. En cambio, el publicano, con su humildad, abre su corazón al amor misericordioso del Padre. ¿Con cuál de los dos te identificas en tu oración diaria?

El peligro de la autosuficiencia
El fariseo se cree justo por sus obras, pero su actitud revela un corazón endurecido que desprecia a los demás. Confía en sus méritos y no en la gracia de Dios. Jesús nos advierte que esta autosuficiencia nos aleja de la verdadera comunión con el Padre. ¿Hay áreas en tu vida donde te sientes “mejor” que otros, olvidando que todos necesitamos la misericordia divina?

La humildad que justifica
El publicano, en cambio, no tiene nada que ofrecer más que su pobreza y su arrepentimiento. Su oración, “ten piedad de mí, que soy pecador,” es un grito de humildad que llega al corazón de Dios. Jesús nos enseña que la humildad nos hace receptivos a la gracia, mientras que el orgullo nos cierra a ella. ¿Cómo puedes cultivar un corazón más humilde ante Dios?

La inversión de los valores
La conclusión de la parábola es revolucionaria: “El que se humilla será ensalzado.” En un mundo que valora el éxito y la apariencia, Jesús nos llama a vivir desde la humildad, reconociendo nuestra necesidad de Dios. Esta actitud no nos disminuye, sino que nos eleva a la verdadera dignidad de hijos amados. ¿Estás dispuesto a dejar que Dios te exalte a su manera?

La misericordia que transforma
El publicano regresa a casa “justificado” porque se ha puesto en las manos de la misericordia de Dios. La parábola nos invita a confiar en esa misericordia, que no depende de nuestros méritos, sino del amor infinito del Padre. Al acercarnos a Dios con un corazón humilde, encontramos no solo perdón, sino una transformación profunda. ¿Qué pecados o actitudes necesitas poner hoy en las manos de Dios?

📖 Lectio Divina paso a paso

1. Lectura (Lectio)
Lee Lucas 18, 9-14 en voz alta, despacio. Puedes encontrar el texto en la descripción de este capítulo. Subraya las frases que más te impacten. Ejemplo: “El que se humilla será ensalzado.”

Pregúntate:
¿Qué siento al comparar la actitud del fariseo y del publicano con mi propia vida?
¿Hay algún orgullo en tu corazón que necesites reconocer ante Dios?

2. Meditación (Meditatio)
Profundiza en la oración del publicano: “Ten piedad de mí, que soy pecador.” ¿Qué te enseña sobre la humildad?
Reflexiona: ¿En qué momentos tiendes a compararte con los demás, como el fariseo?
Imagina a Jesús diciéndote: “Ven a mí con un corazón humilde, y te ensalzaré.”

3. Oración (Oratio)
Realiza una oración espontánea como esta:
“Padre, ten piedad de mí, que soy pecador. Ayúdame a reconocerte como mi única justicia, a despojarme de todo orgullo y a acercarme a ti con un corazón humilde. Que mi vida refleje tu misericordia.”

4. Contemplación (Contemplatio)
Silencio ante el misterio. Puedes repetir: “El que se humilla será ensalzado.”
Deja que esta verdad disuelva cualquier orgullo o autosuficiencia en tu corazón.

5. Acción (Actio)
Hoy, antes de juzgar a alguien, recuerda la humildad del publicano y pídele a Dios un corazón más compasivo.
Escribe una actitud de orgullo que desees cambiar y preséntala a Dios en oración.
Comparte con alguien esta enseñanza: “La humildad nos abre a la misericordia de Dios.”

Frase para el día
“Padre, que mi corazón se humille ante ti, para que tu misericordia me exalte.”
Que esta jornada esté marcada por la humildad que abre las puertas al amor y la gracia de Dios.