Evangelio Martes 10 de Junio de 2025

Jesús nos llama a ser sal y luz, transformando el mundo con nuestra fe y buenas obras. Nuestra vida debe reflejar el amor de Dios, glorificando al Padre en todo lo que hacemos.

EVANGELIO DEL DÍA

6/10/20253 min leer

Evangelio del día – Martes 10 de junio de 2025

Mateo 5, 13-16

«Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»

Reflexión profunda

Jesús nos invita a ser sal y luz en el mundo, una llamada a vivir con propósito y a transformar nuestro entorno con nuestra fe. Ser sal implica dar sabor, preservar y purificar; ser luz significa iluminar la oscuridad y guiar a otros hacia la verdad. Estas imágenes nos desafían a reflexionar sobre cómo nuestras acciones reflejan el amor de Dios en nuestra vida cotidiana.

La sal que transforma

Cuando Jesús dice "vosotros sois la sal de la tierra", nos recuerda que los cristianos estamos llamados a ser una presencia activa. La sal debe mezclarse para dar sabor, y así nuestra fe debe manifestarse en actos concretos de amor, justicia y servicio. Sin embargo, Jesús advierte que si la sal pierde su sabor, ya no sirve. Esto nos lleva a preguntarnos si nuestra vida cristiana sigue siendo vibrante o si hemos caído en la rutina.

La luz que no se oculta

Ser "luz del mundo" implica vivir de modo que nuestras buenas obras reflejen el amor de Dios. No se trata de presumir, sino de permitir que nuestras acciones hablen por sí mismas, para que otros glorifiquen al Padre. Una luz escondida no cumple su propósito; nuestra fe debe ser visible, valiente y auténtica, incluso ante las dificultades.

La responsabilidad del testimonio

Jesús nos confía una misión: no vivir solo para nosotros, sino ser instrumentos de Dios para transformar el mundo. Ser sal y luz es nuestra identidad como seguidores de Cristo, una responsabilidad que nos llama a vivir con coherencia e integridad, sin temor a mostrar nuestra fe.

La gloria del Padre

El propósito de ser sal y luz no es recibir alabanzas, sino glorificar a Dios. Cada acto de bondad, cada palabra de esperanza y cada gesto de amor debe apuntar hacia el Padre, para que el mundo reconozca su presencia y su amor. Nuestra vida se convierte así en un testimonio vivo del Evangelio.

Lectio Divina paso a paso

1. Lectura (Lectio)

Lee Mateo 5, 13-16 en voz alta, despacio. Subraya las frases que más te impacten, como "Vosotros sois la luz del mundo".

Pregúntate:

  • ¿Cómo estoy siendo sal y luz en mi entorno?

  • ¿En qué momentos escondo mi fe por miedo o comodidad?

2. Meditación (Meditatio)

Profundiza en lo que significa ser sal y luz:

  • "Vosotros sois la sal de la tierra": ¿Qué actitudes o acciones en tu vida están dando sabor al mundo?

  • "Vuestra luz alumbre delante de los hombres": ¿Qué buenas obras puedes realizar hoy para glorificar a Dios? Imagina a Jesús diciéndote: "Tu vida puede ser un faro que guíe a otros hacia mí".

3. Oración (Oratio)

Realiza una oración espontánea: "Padre, gracias por llamarme a ser sal y luz. Ayúdame a vivir mi fe con valentía, a transformar mi entorno con amor y a reflejar tu gloria en todo lo que hago. Que mi vida sea un testimonio de tu presencia."

4. Contemplación (Contemplatio)

Quédate en silencio, repitiendo: "Soy luz para glorificar a mi Padre". Deja que esta verdad penetre en tu corazón, disipando cualquier temor a mostrar tu fe.

5. Acción (Actio)

  • Realiza un acto concreto de bondad que refleje tu fe: un gesto de amor, una palabra de aliento o un servicio desinteresado.

  • Escribe una situación en la que tu fe impactó a alguien y agradécele a Dios.

  • Comparte con alguien: "Tu vida puede ser una luz que guíe a otros hacia Dios".

Frase para el día

"Padre, que mi vida sea sal que dé sabor y luz que glorifique tu nombre."

Que esta jornada esté marcada por la valentía de vivir tu fe y la alegría de ser un reflejo del amor de Dios.