Evangelio Martes 20 de Mayo 2025
Juan 14, 27-31a "Jesús ofrece su paz y anima a no temer. Anuncia su partida al Padre como motivo de alegría y reafirma su obediencia y amor hacia Él, aun ante la llegada del mal."
EVANGELIO DEL DÍA
5/20/20254 min leer


Evangelio del día – Martes 20 de mayo de 2025
Juan 14, 27-31a
«La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden.
Me han oído decir: “Me voy, pero volveré a su lado”.
Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo.
Se los he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.
Ya no hablaré muchas cosas con ustedes, porque se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí,
pero es necesario que el mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado.»
Reflexión
Estas palabras de Jesús tienen un tono de despedida, pero también de consuelo profundo. Su promesa de paz no es una fórmula mágica ni una evasión emocional. Es una paz que nace del amor obediente al Padre, del saber que todo —incluso la cruz— está bajo el plan divino.
Jesús se va… pero no nos deja solos. Deja su paz, no como la del mundo: fugaz, basada en apariencias o ausencia de conflictos. La paz de Cristo es la certeza de que, aun en la tormenta, Dios sigue con nosotros.
La despedida se convierte en oportunidad: “Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre”. Porque su partida es glorificación, no abandono. Y es en esta fidelidad a la misión del Padre donde Jesús revela su amor más puro: un amor que obedece, un amor que se entrega hasta el final.
Lectio Divina paso a paso
1. Lectura (Lectio)
Toma el texto. Léelo en voz alta. Luego léelo otra vez en silencio.
No te apures. Deja que las palabras te hablen.
Pregunta:
¿Qué frase te tocó más?
¿Qué palabra resuena dentro de ti?
Tal vez sea:
“Mi paz les dejo”,
o “No se turbe vuestro corazón”,
o tal vez: “El mundo debe saber que amo al Padre…”
Subraya lo que se quedó contigo. Escucha con el corazón, no solo con la mente. Jesús no solo habla a los discípulos… te está hablando a ti. Hoy. Aquí.
2. Meditación (Meditatio)
¿Qué significa que Jesús te deje su paz?
No es una emoción pasajera. No es estar bien porque “todo va bien”.
Es saber que incluso si todo va mal, Dios sigue ahí.
Esa paz que Jesús te ofrece es su misma forma de mirar la vida. Es el fruto de su confianza total en el Padre.
Jesús sabe que va hacia la cruz… y sin embargo, habla de paz. Porque su corazón está anclado en el amor del Padre.
Ahora piensa:
¿Dónde pierdes tú la paz?
¿Qué circunstancias te roban la serenidad?
¿Cuándo te paraliza el miedo?
Jesús te mira a los ojos hoy y te dice:
“No pierdas la paz. No te acobardes. Yo ya vencí al mundo.”
Y eso no es poesía. Es promesa.
Jesús no te pide que no tengas miedo. Te pide que no te dejes dominar por él.
Y lo más fuerte:
“El mundo debe saber que amo al Padre…”
Su pasión no es debilidad, es amor obediente.
Jesús no va al Calvario como víctima resignada, sino como Hijo amado que confía en su Padre.
¿Qué testimonio doy yo con mi forma de obedecer?
¿Mis decisiones reflejan ese amor?
3. Oración (Oratio)
Haz silencio interior. Respira. Coloca tu mano en el pecho. Imagina que Jesús está contigo.
Dile en voz baja o mentalmente:
“Señor Jesús, tú me dejas tu paz.
No como la del mundo, sino la que nace del amor confiado.
Yo quiero recibirla. Pero hay tanto ruido dentro de mí…
Tengo miedos, tengo heridas, tengo luchas…
Enséñame a no acobardarme, a no perder la paz.”
“Señor, a veces no entiendo tu plan.
Me cuesta ver con tus ojos.
Pero si tú dices que te vas para volver… quiero creerte.
Si tú confías en el Padre, yo también quiero hacerlo.”
“Dame una fe obediente. Un amor que se entrega.
Un corazón que no solo hable de ti… sino que te refleje.”
Quédate unos minutos orando con tus palabras. Háblale como a un amigo. Llora si tienes que llorar. Duda si tienes que dudar. Pero no te desconectes. Él está allí, presente.
4. Contemplación (Contemplatio)
Cierra los ojos. Respira lento. Ya no digas nada.
Imagina a Jesús diciéndote, con ternura:
“Te dejo mi paz… No tengas miedo…”
No es una escena. Es una presencia.
No te exige nada. Solo está contigo.
Míralo en silencio. Deja que su paz te envuelva.
Repite interiormente, con calma:
“Jesús, habita en mí…
Jesús, quédate en mi tormenta…
Jesús, tu paz es mi fuerza…”
Permanece unos minutos así. No corras.
La contemplación es descansar en su amor sin decir nada más.
5. Acción (Actio)
Después de orar… ¿cómo llevarás esta Palabra a tu vida?
Aquí tienes tres ideas concretas:
Renuncia a una queja. Hoy, cuando estés por quejarte o alterarte, recuerda: “Jesús me dejó su paz”. Respira, guarda silencio… y deja que su paz actúe en ti.
Haz un gesto de reconciliación. Con alguien con quien estás distanciado, da el primer paso. Un mensaje, una sonrisa, un perdón.
Haz visible tu amor al Padre. ¿Hay algo que el mundo deba ver en ti hoy que muestre tu amor por Dios? ¿Una obediencia difícil? ¿Un acto de servicio? Hazlo.
🕊️ Frase para repetir durante el día
“Señor, dame tu paz… no como la da el mundo, sino como tú la das.”