No todo lo que brilla es propósito: Cómo distinguir entre oportunidad y distracción
A veces lo que parece un sueño hecho realidad, es solo una trampa bien disfrazada. El discernimiento espiritual es más necesario hoy que nunca.
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5/11/20255 min leer


¿Puertas abiertas o trampas disfrazadas? Discerniendo oportunidades en tiempos de sobrecarga
Vivimos en una época donde las oportunidades no solo abundan, sino que nos persiguen. Negocios online que prometen libertad financiera, becas en el extranjero, amistades nuevas que aparecen en un clic, propuestas de colaboración, viajes relámpago, cambios de ciudad, reinvención profesional, y hasta relaciones sentimentales relucientes que parecen caídas del cielo. Todo suena emocionante. Todo parece urgente. Todo viene envuelto en una promesa brillante: "Esto es lo que estabas esperando."
Pero aquí viene el giro incómodo: no todo lo que brilla es propósito. A veces es solo una distracción con buen marketing.
En este mundo donde cada notificación compite por tu atención y cada influencer te asegura que si no estás aprovechando “tu mejor versión”, estás perdiendo el tiempo, ¿cómo saber si una puerta abierta es realmente una bendición de Dios o solo una trampa con moño dorado?
1. La emoción no siempre es un testigo fiel
Una de las trampas más comunes es creer que lo que emociona automáticamente viene de Dios. Lo nuevo, lo desconocido, lo glamuroso, lo disruptivo… todo eso activa nuestras hormonas y nos hace sentir vivos. Pero lo emocionante no siempre es lo correcto.
La Biblia lo expresa sin adornos:
“Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.” – Proverbios 14:12
Es decir, hay cosas que parecen tener sentido, que se sienten bien, que incluso tienen lógica… pero no vienen de Dios. ¿Por qué? Porque Dios no solo guía por emociones, Él guía por propósito.
Y el propósito no siempre viene acompañado de fuegos artificiales. A veces, más bien, viene envuelto en silencio, perseverancia y obediencia.
2. Cuando una “bendición” te aleja de tu fe… no es una bendición
Una oportunidad que pone en pausa tu intimidad con Dios, tu tiempo devocional, tu vida de oración, tu integridad, tu comunidad espiritual o tu salud emocional no viene de Él, por más rentable o aplaudida que parezca.
Jesús mismo fue tentado con una oferta impresionante: todo el poder y gloria del mundo, sin cruz, sin sacrificio, sin dolor. Pero Jesús lo rechazó. ¿Por qué?
Porque sabía que esa oferta no venía del Padre, sino del tentador.
“Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.” – Mateo 4:8-9
La estrategia no ha cambiado. Hoy, los reinos del mundo se ofrecen en forma de éxito instantáneo, aprobación masiva, crecimiento viral y metas alcanzadas en tiempo récord. Pero cuando una puerta abierta te exige bajar tus estándares espirituales, no es de Dios.
3. La paz interior como brújula infalible
Hay un tipo de paz que no se explica, pero se siente. Una paz que no depende de si todo está en orden, sino de saber que estás en el lugar correcto, aunque haya caos alrededor.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” – Filipenses 4:7
Si lo que estás considerando te roba el sueño, te llena de ansiedad crónica, provoca confusión constante o te hace sentir espiritualmente desalineado… detente. No tomes decisiones importantes desde la ansiedad o el apuro. Recuerda: la prisa es enemiga de la voluntad de Dios.
Dios nunca empuja. Él guía.
4. Consulta antes de saltar
No naciste para caminar solo. Dios se deleita en hablar a través de otros. Padres sabios, mentores espirituales, amigos fieles, líderes con experiencia… todos pueden ser instrumentos de claridad en momentos de confusión.
“Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad.” – Proverbios 11:14
No es cobardía buscar consejo, es madurez. A veces estás tan dentro de la situación que necesitas alguien desde afuera que vea lo que tú no ves.
5. No todo lo nuevo es bueno. No todo lo viral es eterno.
Vivimos en una cultura donde lo nuevo se celebra por el simple hecho de ser nuevo. Pero no todo cambio es progreso. No todo lo moderno es verdadero. No todo lo popular es saludable.
Las redes sociales nos han enseñado que si algo tiene muchos likes, debe ser bueno. Pero en el Reino de Dios, los likes no validan un llamado.
Hay decisiones que parecen exitosas en Instagram, pero que dejan al alma hambrienta. Hay movimientos que lucen poderosos en TikTok, pero que no pasan el filtro de la eternidad.
Antes de lanzarte a esa nueva “oportunidad”, pregúntate con sinceridad brutal:
¿Esto me acerca o me aleja de Jesús?
Y si la respuesta es “me aleja”, incluso sutilmente… aléjate tú. Porque el enemigo no siempre se presenta como un monstruo aterrador. A veces se disfraza de ángel de luz. A veces te ofrece un atajo a lo que Dios ya te prometió… pero sin el proceso.
6. La trampa del “mientras tanto”
Una de las estrategias más sutiles del enemigo es distraerte con oportunidades que parecen temporales pero terminan siendo trampas de largo plazo.
“Solo lo haré por unos meses.”
“Es para ahorrar un poco y luego sí dedicarme a lo que Dios quiere.”
“Estoy esperando que se abra la verdadera puerta, mientras tanto esto me entretiene.”
El problema es que el “mientras tanto” puede convertirse en tu “para siempre”.
No te acostumbres a lo que solo era una prueba. No te acomodes en lo que solo era una estación.
7. Discernir no es tener miedo. Es tener sabiduría.
Jesús nos llamó a ser astutos como serpientes y sencillos como palomas (Mateo 10:16).
La astucia es prudencia, no paranoia. La sencillez es pureza, no ingenuidad.
Discernir no te hace menos valiente. Te hace más efectivo.
No se trata de desconfiar de todo, sino de filtrar todo a través de la voz de Dios.
No es vivir con miedo, sino con criterio. No es cerrarte a lo nuevo, sino abrirte solo a lo que tiene respaldo eterno.
En resumen: No toda puerta abierta viene del cielo
Dios abre caminos. Pero también el mundo abre opciones. Y el enemigo también ofrece atajos.
Tu tarea no es correr tras cada oportunidad que suena bien. Tu tarea es afinar tu oído para reconocer cuál lleva la firma de Dios.
Porque las oportunidades verdaderamente divinas no solo te benefician a ti: glorifican a Dios, bendicen a otros y te acercan más a tu propósito eterno.
Así que, antes de decir que sí a esa nueva propuesta, pregúntate:
¿Qué efecto tendrá esto en mi relación con Dios?
¿Qué dice mi espíritu cuando lo oro en silencio?
¿Hay paz en mi corazón o solo emoción?
¿Lo consulté con alguien sabio y maduro en la fe?
¿Encaja esto con lo que Dios ya me ha mostrado?
Conclusión: El discernimiento es tu superpoder espiritual
En un mundo donde todos gritan “¡Aprovecha esta oportunidad o te quedarás atrás!”, la voz del Espíritu Santo te susurra: “No todo lo que puedes hacer, debes hacerlo.”
Al final, más que puertas abiertas, necesitas claridad. Más que oportunidades, necesitas dirección.
Porque el verdadero éxito no es hacer mucho, es hacer lo que importa.
Y lo que importa, casi siempre, viene en paz, en verdad y en propósito eterno.